viernes, 29 de junio de 2007

Redoble de tambores... se devela la incógnita


Bueno, después de la expectativa generada me da un poco de "cosa" contar los dos motivos por los cuales me encuentro tan contenta... quizás para algunos resulte una desilusión la resolución de estos misterios, pero bueh, a mí me ponen muy feliz.

Antes, aclaro: No, no me gané un Oscar, ni me saqué el pozo mayor de la lotería, ni me caso con Brad Pitt. Descarten esas posibilidades (por ahora, al menos...)

Digamos que Violeta empezó este blog a fines de marzo de este año, en el peor momento de su vida. Y cuando digo peor, quiero decir el peor de los peores. Y cuando pensaba que nada me iba a levantar el ánimo, llegaron dos motivos para saltar de felicidad.

Después de años de trabajar de forma inestable (soy una terca que intenta trabajar en algo relacionado a mi profesión), finalmente, conseguí un trabajo que me encanta. Puramente vocacional. Una actividad que me Encanta, así, con mayúscula. Todavía es todo muy reciente y, como es mi primer semana de actividad, aún me cuesta organizarme. Por tal motivo, he estado un poco ausente en sus blogs y hasta en el mío. Pero, de a poco, empezaré a sentarme frente a la computadora, no sólo para trabajar, sino para ponerme al día con sus posts y volveré a ser la asidua lectora y comentarista de antes. Este trabajo, además, me da la libertad como para hacer realidad el segundo motivo de mi alegría...

En unos días viajo a ver a mi X (sí, el del alfajor vencido). Y lo mejor de todo esto, es que no soy la única que está feliz por este viaje... X también lo está. Aún no saqué el pasaje de vuelta, pero volveré muy pronto. Serán sólo unos días de alejamiento del estrés que me deparó este último tiempo. Veremos qué tal nos va con la convivencia. Y también espero no regresar con una actitud demasiado insoportable (léase: "Ahhh!!!! Lo extraño!!!!! Quiero volver!!!!" o "Ahhhh!!!! Estoy deprimida por la despedida!!!!!").

Un bolso que preparar y mucha ansiedad. Una semana que se hace eterna y ganas de estar a 788 kilómetros de acá.

Cabe destacar que mis pensamientos, últimamente, rondan en torno a mi trabajo y a mi X el 99% del tiempo... por eso, las ideas para nuevos posts están un poco... ehm... frenadas. Pero, para la próxima, prometo postear como siempre.

Violeta sabe que la felicidad se constituye de momentos. Por eso, Violeta quiso compartir esta alegría con ustedes quienes, sin saberlo, me arrancaron muchas sonrisas durante momentos demasiado amargos.

Nota: Iba a postear esto mañana, pero, al final, encontré un rato de calma, y me adelanté. Misterios develados.

martes, 26 de junio de 2007

No se librarán de mí... MUAHAHAHA!!!!


Me tomo este ratito para decirles dos cosas:


Primero, mañana (espero) hacerme un rato para responder a todos sus comentarios, los cuales agradezco mucho ya que hacen de este blog un espacio de inmensa alegría para mí, y postear algo nuevo.


Segundo, contarles que estoy muy feliz por dos motivos sobre los que jueves o viernes, a más tardar, escribiré.


Los quiero y, tal como dice el título: ¡No se librarán de mí! MUAHAHAHA!!!! (por si no está claro, es una risa maligna, je)
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Update: Ya me puse al día con la respuestas a los comentarios del post anterior (de a poco, vuelvo a organizarme)

viernes, 22 de junio de 2007

Hoy: Gente que no escucha

Tu boca se mueve, emite palabras, frases enteras, claras y ambos hablan el mismo idioma. Está sentado frente a vos y sin embargo, no te mira. Te ve, pero es como si sus ojos te atravesaran y estuviesen mirando lo que hay detrás de vos, como si tuviese visión rayos X.

Su expresión es inalterable: si contás algo triste, ni siquiera vislumbrás una pizca de empatía en su rostro; si contás algo gracioso, puede llegar a expresar una risa de compromiso varios instantes después, porque (de casualidad) puede suceder que logre advertir una sonrisa en tu rostro. Y acompaña pero no sabe de qué se está riendo.

Y vos lo sabés: mientras vos estás hablando, elquenoescucha está pensando en que debería pintar las paredes de su dormitorio porque están llenas de humedad, o que se le está por vencer el cable o, lo más probable, en qué bocadillo va a meter para adueñarse de la conversación.

Sin embargo, no es un problema personal, porque lo hace con todos. Su interlocutor puede estar hablando de trabajo, amores, música, juanetes o física cuántica, y elquenoescucha jamás estará interesado. Así, se empeña en lograr que llegue el turno de su monólogo que, por supuesto, debe ser escuchado con atención porque él sí que tiene cosas importantes para decir... no como vos, tontuelo, que sólo hablás pavadas.

Si es impaciente, no espera e interrumpe cual Mirtha Legrand en sus almuerzos y vos, invitado de cuarta, te quedás atragantado con tus propias palabras cual pedazo de lomo a la pimienta.

Al no escuchar, se convierten en seres no sólo irrespetuosos sino también limitados ya que no se nutren de las experiencias de los demás. No aprenden. No comparten. No evolucionan. Y se quedan encerrados en su burbuja de palabras donde son sordos ante las palabras ajenas y loros parlanchines a la hora de referirse a ellos mismos.
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No me caen bien, sépanlo.

lunes, 18 de junio de 2007

A la hora de la conquista


Siempre me pregunté qué sucedería si hubiese nacido hombre a la hora de conquistar a alguien. Más particularmente, en un bar o en un boliche. Estos pensamientos surgen cuando alguien se me acerca y me encara con una frase trillada: la relacionada a la profesión.

Explico.

Generalmente, este tipo de charlas se inicia con un brevísimo cuestionario que incluye datos como: nombre, edad, a-qué-te-dedicás... y ¡zas! El comentario típico...

En mi caso, ya sabrán que soy profesora y traductora de inglés, así que las dos frases en la cima del ranking son:

-Sabés que justo, justo ando necesitando clases de inglés... Dame tu teléfono y arreglamos... (todo esto, claro, con cara de quévivoquesoy)

Y la archiconocida táctica de esgrimir las únicas palabras que aprendieron en la escuela:

-Hello... How are you? The cat is under the table... my dog is black...

Y la falta de originalidad pronto disuelve cualquier tipo de interés. Sin embargo, esto no sólo sucede con la profesión a la que yo me dedico. Otros ejemplos comunes y frases reflejo que surgen son:

Si sos psicóloga: “Uhm... ¿No me estarás analizando, no?”
Si sos doctora: “¡Qué justo! Sabés que tengo un dolorcito acá” (el “acá” dependerá del grado de sutileza, caballerosidad y alcoholismo del muchacho en cuestión)
Si sos policía: “Si te doy un beso, ¿me vas a arrestar?"

Así podría seguir con cada profesión (quizás a ustedes también se les ocurran más ejemplos, ya que es algo muy común).

En fin, comencé este post preguntándome cómo actuaría yo si fuese hombre y debiera lanzarme a la conquista de alguien. Porque pienso que, en ocasiones, una no se percata de los sentimientos de inseguridad que pueden generarse en esos momentos en los hombres. Y este pensamiento se origina de una breve charla que tuve con alguien el sábado pasado. Luego del típico cuestionario nombre-edad-profesión, el hombre en cuestión me dice:

-¿Te molesta si vuelvo a preguntarte tu nombre?
-No hay problema. Violeta, me llamo.
-Disculpame, es que... cuando me estabas diciendo tu nombre por primera vez, yo estaba pensando en qué decirte luego y me preguntaba “¿Qué le digo para no aburrirla? ¿Qué le digo para no aburrirla?”

Por eso, siempre justifico un poco la falta de originalidad porque no sé cómo me comportaría yo en su lugar... pero lo que sí sé es que, al menos, intentaría ser más original.
Aún no se me ocurre cómo sería yo si fuese un hombre intentando entablar conversación con una mujer en un bar. Y, obviamente, nunca lo voy a saber...

sábado, 16 de junio de 2007

Con ustedes... Papá Violeta


Quien no juzga mis decisiones y, a pesar de estar en desacuerdo, las apoya.
Quien me hace reír descubriendo un chiste en todo.
Quien me transmite, ante todo, la importancia de amarme y confiar en mí misma.
Quien me anima a que me arriesgue y me da ejemplo con su incansable lucha.
Quien tiene el don de descubrir el lado bueno de cada situación adversa.
Quien me consuela y me aconseja sin que yo se lo pida porque sabe que lo necesito.
Quien se ha sacrificado toda su vida para ofrecerme todo y más.
Quien me defiende contra todo y todos y me escucha siempre.
Quien comparte sus anécdotas para hacerme reír o pensar o aprender, pero no pretende que viva su vida, sino la mía.
Quien me alienta a tomar determinaciones haciéndome ver mis virtudes.
Quien se siente orgulloso de mí aún cuando yo no me enorgullezca de mí misma.
Quien daría su vida por su familia y tiene el corazón más grande que yo haya conocido jamás.
Quien se ríe conmigo de las mismas cosas y siempre me ha dado alas.
Quien llora cuando lloro y sonríe cuando sonrío.
Quien me ama incondicionalmente.
FELIZ DÍA, PAPÁ
(un poquito adelantado)
Te amo con toda mi alma

viernes, 15 de junio de 2007

Hoy: El roedor y el tabaco


Nueva sección en LME: "Rata Cruel". En este espacio me dedicaré a exponer diversos ejemplos de seres que tienen los bolsillos cosidos e intentaré desenmascarar sus burdas tácticas para cumplir con su cometido de vivir gastando lo mínimo.

Antes de comenzar, cabe aclarar que esta sección no se refiere a aquellos que deben privarse de cosas ya que su situación económica no les permite vivir cómodamente, sino a esos roedores (ratas) que, aún teniendo los medios suficientes, son capaces de caer en situaciones despreciables con tal de no largar un centavo. Una vez dicho esto, aquí va el primer ejemplo.

El roedor que abre esta sección es el que fuma empedernidamente pero -oh, casualidad- siempre anda sin cigarrillos encima porque (supuestamente) "justo-justo" se le terminaron. Primero, se acerca a vos y comienza a oler con deseo el humo que exhalás en cada bocanada (con la intención de poner en evidencia sus enormes ganas de fumar). Luego, casi tímidamente, se anima a pedirte una pitada (con cara lastimosa, por supuesto, y fingiendo una vegüenza tremenda por el pedido). Ya en confianza y al ver que tu generosidad puede llegar a más, deja de lado su fingida timidez y te manotea el atado con una sonrisa forzada y, mientras saca uno de tus cigarrillos, te dice: "Ay, te saco uno", pero como sabe que éste pedido no fue, ni es, ni será el único, agrega una falsa promesa entre solemne y risueña: "¡La próxima te compro un atado!" y vos pensás "Una tabacalera deberías comprarme con todos los puchos que me sacaste".

Porque, por supuesto, un cigarrillo no es nada. Ni dos, ni tres. El problema reside en su actitud ya que no se trata de una cuestión azarosa. ¡No! Es una de sus tácticas para no gastar en su vicio. Y, de hecho, cuando (con lágrimas en los ojos) se anima a abrir su billetera en un kiosco y comprar puchos, los tiene tan escondidos como sus ahorros.

El roedor siempre ocultará que tiene cigarrillos propios y andará garroneando para satisfacer su vicio y mantener intacta su condición de rata.

Así que, muchachas y muchachos: ojito con estos amigos del tabaco ajeno. Y si vos, que leés esto, te sentís identificado con esta actitud roedora, amablemente te pido:

¡¡¡COMPRATE TUS PROPIOS PUCHOS PORQUE NO ESTAMOS ACÁ PARA BANCARTE LOS VICIOS!!!

Desde ya, muchas gracias.

miércoles, 13 de junio de 2007

Inversamente proporcional

* Cuanto más cansada estoy, menos puedo conciliar el sueño.

* Cuantas más cosas tengo por hacer, menos ganas tengo.

* Cuantas menos cosas tengo por hacer, más ganas tengo de hacer cosas.

* Cuanta menos plata tengo, más cosas me quiero comprar.


Y una, la más grave...

* Cuantas más ganas tengo de ser feliz, menos hago por lograrlo.


No, no soy una jodida (bueh... no soy tan jodida). Simplemente, son momentos en los cuales me domina el mundo de lo inversamente proporcional y se suman las contradicciones.


Este post, de hecho, surge de otro ejemplo:

"Cuantas más ganas tengo de postear, menos ideas tengo"

lunes, 11 de junio de 2007

Las dos caras de una misma moneda (Parte II)

Situación: Se largó a llover y no llevaste paraguas
Visión optimista: ¡Nada mejor que la frescura de la lluvia! (Y el típico...) Además, siempre que llovió, paró.
Visión pesimista: La rep$%@*!!!! Lo único que me falta ahora es engriparme... sí, seguro que me engripo con esta lluvia de porquería. Y, para colmo, los zapatos me van a quedar arruinados.


Situación
: Te ascienden en el trabajo.
Visión optimista: ¡Qué buena noticia! Yo sabía que en algún momento mi trabajo arduo y mi capacidad iban a rendir sus frutos.
Visión pesimista: Uf... ahora voy a tener que trabajar cien mil horas más y voy a tener miles de responsabilidades. Y seguro tendré a cargo a una manga de inútiles que me van a sacar canas verdes...


Situación: Dejás de fumar.
Visión optimista: Por fin voy a tener una vida más sana... y voy a ahorrar!
Visión pesimista: La ansiedad me va a destrozar y lo que ahorre en cigarrillos, seguro me lo voy a terminar gastando en ansiolíticos. Y voy a engordar veinticinco kilos, sin dudas.


Situación: Se corta Internet.
Visión optimista: Bueno, por lo menos puedo aprovechar a dedicar este rato hasta que vuelva Internet a ponerme al día con mis tareas pendientes...
Visión pesimista: ¡¡No me puede pasar esto a mí!! Estos turros cortan el servicio y no vuelve más... Voy a tener que llamar al servicio técnico y, por supuesto, me van a tener horas en línea hasta que alguien se digne a atenderme.


Situación: Hace dos horas que estás en la sala de espera y tu dentista no te atiende.
Visión optimista: Aprovecho y me leo todas las revistas que hay. Uhm... esa señora parece simpática, le voy a sacar charla y seguro se me pasa enseguida el tiempo. Pobre mi odontóloga... tiene demasiado trabajo.
Visión pesimista: La odio, la odio, la odio, la odio. Cuando entre, la torturo con el torno por hacerme perder el tiempo. Ahora mis caries deben estar agigantándose... y todo porque esta guacha me hace esperar!


Situación: Le mandaste un mensaje de texto a “esa persona” hace quince minutos y aún no te respondió.
Visión optimista: Seguro se quedó sin batería... o no tiene crédito. Bah, igual hay que tener en cuenta que los mensajes no siempre llegan...
Visión pesimista: ¡¡No me quiere más!! Está con otra/o... ¡Yo sabía! Me está engañando y yo mandándole mensajes... ¡Qué estupidez la mía!
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Para leer la primera parte, haga clic aquí

sábado, 9 de junio de 2007

Condorito... un poroto

Ya sé que he escrito sobre este tema antes, pero sepan comprender. El ejercicio de la docencia (mucho más cuando se trata de una lengua extranjera) se presta a diálogos de lo más sorprendentes, los cuales me dejan totalmente speechless.


Intentaré dejar de publicar estos dialoguitos con frecuencia, pero tómenlo como posts catárticos. Si me lo tomo con humor, evito iniciarle acciones legales a los profesoros de castellano de mis pequeñas palomitas.


Alumna (de 17 años) leyendo:
“...when he saw the UFO, he screamed ‘wow!’”

A: ¿Qué quiere decir “wow”?
V: Es como nuestro “guau”, digamos.
A: ¿Tipo como los perros?
V: Es una interjección...
A: Mh?
V: Una in-ter-jec-ción
A: Sí, sí... te escuché. Pero no entiendo.
V: A ver... interjección es, por ejemplo: ah, oh, ay...
A: ...
V: ...
A: Ya entiendo... el “ay” es como el de “haber”, no?
V: ¡No! Ése es con H...
A: No, no... yo digo “haber” como cuando decís “vamos haber qué pasa”

Cual personaje de Condorito, no pude evitar hacer PLOP!!!!
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viernes, 8 de junio de 2007

¡Somos tridimensionales!

Hoy fue un día lindo, lindo. Concreción de un encuentro esperado.
Las protagonistas: Cronopio, Pumplafiz! y quien les habla (ehm... digo, “escribe”).
El lugar: El Obelisco en plena Capital (bueh, no era justo-justo en el obelisco, pero se entiende, no?)
Mi objetivo: reunirme con las chicas puntualmente y no perderme entre tanta gente en medio de una ciudad a la que no suelo ir sola. De modo que esto no sólo se trataba del encuentro con mis amigas bloggeras, sino también, de un desafío personal... y al grito de “Adelante, mi valiente!” partí raudamente hacia Cerrito y Diagonal...

...tan raudamente partí, que llegué a destino una hora antes de lo esperado. Sin embargo, es muy difícil no entretenerse entre tanto bullicio. De modo que la hora de encuentro llegó rápidamente y, rápidamente también, pasó el tiempo compartido ya que pasamos una tarde de charla, no sólo constante sino también interesante.

Me resultó (alegremente) extraño sentirme tan cómoda con dos personas a las que nunca antes había visto. Sin embargo, el leernos, prácticamente, a diario, hizo que sintiera que ya las conocía desde antes: la diferencia ahora era que, finalmente, éramos tridimensionales.

Me llevé la mejor de las impresiones de ambas. Por eso, me siento muy afortunada de haber empezado este blog y haber conocido a dos personitas excepcionales, como Pumpla y Crono.
Chicas: La pasé genial y, claro, yo también quiero que se repita!

¿Es para tanto?

Hace algunos años, estaba hablando por teléfono con una amiga. Yo estaba atravesando un momento difícil. No era el fin del mundo, es cierto; pero no la estaba pasando bien.

En fin, mientras le estaba contando sobre aquello que me sucedía, ella exclamó:

"Ay Viole, si a mí me pasa eso... ¡¡Me muero!!"

Bueh... che... no era para tanto. No esperaba un "¡Buenísimo! Te felicito", pero tampoco una exclamación de horror ante lo que me estaba pasando.

A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, me pregunto si, a veces, lo que me sucede es realmente trágico o si los demás tienen una mirada demasiado trágica al respecto...

Es como cuando alguien de tu familia se enferma y todo el mundo te "consuela" con palabras de casi-pésame. O cuando en vez de guiarte para encontrar soluciones, prefieren hundirse en el problema con vos haciéndote ver todo más negro.

Por supuesto que, por ejemplo, en el caso del comentario de mi amiga, no me caben dudas de sus buenas intenciones. Creo que son inconscientes y no esconden maldad. Pero, muchas veces, prefiero a aquellas personas que me sacan de un tirón del drama y me hacen ver las cosas con claridad, pues son las únicas que realmente ayudan a la hora de encontrar una salida real y concreta.

También aprecio a quienes comparten mi tristeza (así como mis alegrías), pero si lo único que recibo son lágrimas, para eso tengo suficiente con las mías.

jueves, 7 de junio de 2007

8

Hay una cadenita rondando por la blogósfera. Y mi amigo Fishboy me pasó la posta. Se trata de hablar de 8 cosas acerca de un@ mism@. Las reglas son las siguientes:
1. Cada jugador cuenta 8 cosas de sí mismo.
2. Además de las 8 cosas tiene que escribir en su blog las reglas.
3. Por último tiene que seleccionar a otras 8 personas y escribir sus nombres/blog.
4. Por supuesto, no hay que olvidar dejarles un comentario - que han sido seleccionadas para este juego

Ahora bien, ¿Cuáles son las 8 cosas que puedo contar sobre mí? Veamos...

1. No uso medias. Aunque haga -10º C, no las uso. En algún que otro caso, uso medias de algodón (pero no deben ser muy gruesas). No soporto las medias de lycra y/o muselina.
2. Tomo mate. Mucho. Y cuando hablo de mucho, hablo de pavas y pavas seguidas.
3. Antes de estudiar mi actual carrera, me anoté en otras tres, totalmente diferentes una de otra. Y durante toda mi vida empecé actividades que jamás terminé, a saber: patín, órgano, guitarra, canto, destreza... sólo terminé mi curso de teatro. (¿Inconstante yo?)
4. Le puse nombre a mi computadora, a mi llavero y a mi conejo de peluche (Sí, ya sé que estoy grande para estas cosas, pero no puedo evitarlo)
5. No podría contar la cantidad de veces que miré “La Novicia Rebelde”. Yo creo que unas veinte veces... o más.
6. Me da miedo meterme al mar. Ni bien pongo un pie en la orilla, me mareo y me tienen que llevar de la mano.
7. Detesto los domingos. Me aburren y me deprimen (y si llueve, peor).
8. Soy rara para comer (entre otras cosas, je). Muchas de las cosas que le encantan a todo el mundo, yo no las paso: crema chantilly, canelones de verdura, mayonesa, puré de papas... ¡Puaj! (Ya sé que después de esta confesión, nadie va a querer invitarme a comer)

He aquí mis ocho elegidos:
Cronopio
DEG
Flor!
LadyinBlack
Lolo Lontananzo
Mario
Milagros
Ro
Y no se me quejen, eh... reclamos y quejas en el blog amigo de Fishboy ;)

Too much sun

Cuando viajo en el colectivo, me gusta sentarme atrás de todo, del lado de la ventanilla. Así, estoy cerca de la puerta y del timbre y puedo chusmear hacia la calle en los escasos momentos en los que no voy pensando en mariposas de colores y estrellitas plateadas.

Sin embargo, durante el trayecto sobre el que me dispongo a escribir, se me dificultaba contemplar el paisaje que ofrecía la ciudad, debido al penetrante sol que me encandilaba.

"Pero, che! Tendría que haber traído los lentes... uhm... ¿Los traje? No, no los traje... Pero, qué raro... si siempre los llevo. Sí, sí... deben estar en el bolso"

Y así me lancé a la frenética búsqueda de mis lentes de sol, con los ojos entrecerrados por la luz solar. Mano que se zambulló en el bolso que, al ser explorado, me resulta infinítamente enorme. Cada vez que busco el encendedor, manoteo una lapicera. Cuando busco una lapicera, manoteo la billetera. Cuando busco la billetera, manoteo el encendedor. Como este caso no podía ser menos, agarré todos y cada uno de los ítems no-buscados MENOS los lentes. Pero no estaba dispuesta a rendirme así nomás... ¡Ah, no! ¡Eso es para los cobardes! Decidí aprovechar la fuerte luz del sol para reemplazar la búsqueda táctil por una detenida examinación visual. Mi agenda cubría casi todos los objetos diseminados en el bolso, de modo que la saqué. Ahora el cuadernito era el que bloqueaba mi visión. ¡Uf! Aaaaafuera. Nada. ¡No podía ser! ¡Si yo estaba segura de haberlos guardado! (Mi duda inicial se había convertido, repentinamente, en una certeza absoluta). Manos y mirada buscando los lentes. Creo que, por poco, meto la cabeza entera dentro del bolso.

Damn it!

"Bueh... parece que no los traje, al final"

Si mi mano derecha había fracasado en la búsqueda, quizás iba a poder protegerme un poco del sol... de modo que la coloqué sobre mi frente cual flesh-n-bone visera. En eso... mi dedo pulgar rozó algo en mi cabeza que no era pelo...

Oh... sí... sí... sí!!!!

¡Una de las patillas de mis lentes!

Allí estaban los muy pillos, coronando mi cabecita distraída, descansando así:




Hay que ser tarada, eh

martes, 5 de junio de 2007

Explotada

Hace unos años, trabajaba como secretaria y traductora en una empresa bajo las órdenes de un jefe de lo más jodido. Nunca lo vi sonreír (creo que sólo una vez... y eso sólo porque estaba hablando con un cliente grosso y se hacía el simpático para sacarle plata).

Me tenía harta con el handy. Si no lo atendía inmediatamente, comenzaba a gritarme: "¡Hace un segundo y medio que te llamé! ¿¿Dónde estabas??" Claro, él no calculaba que aún yo no había aprendido a moverme a la velocidad de la luz. Mal yo.

A las 13 horas, él (Alfredo) salía religiosamente a almorzar. Ése era mi ratito de relax (mi horario era de nueve de la mañana a seis de la tarde... y todo por $400... y en negro). Perdón, me corrijo: ése debería haber sido mi ratito de relax. Todavía lo recuerdo pasar por mi oficina antes de su almuerzo y dejarme una pila de tareas para hacer: traducir mails y textos kilométricos, preparar carpetas para enviar a los clientes, organizar el correo y los biblioratos, llamar a treinta y dos proveedores, etc. Y todo, durante esa media hora que correspondía a su almuerzo (y debería haber correspondido, también, al mío).

Una vez me pidió que enviara un fax desde la oficina de la otra secretaria, Isabel, que se encontraba en planta baja. "Enviá esto inmediatamente", me dijo. Pues bien, ¿Qué hubiesen hecho ustedes, corazoncitos? ¿Eh? Seguramente lo que yo hice: bajar inmediatamente a la oficina de Isabel para enviar el fax. Una vez allí, mientras me disponía a luchar con el endemoniado aparato que funcionaba sólo cuando se le antojaba, llamado al interno de Isabel. Era él. "¿¿Dónde está Violeta??" A los dos minutos baja, enfurecido porque yo no le había pedido permiso para bajar. "Pero, Alfredo ¡Usted me dijo que enviara este fax inmediatamente... y para eso, obviamente tenía que bajar!". Me miró de reojo y se fue. "Viejo de mierda", pensé.

Otra vez, me llamó a su oficina. "Buscame esta página en Internet" y me da un papelito. Leo. xxxxxxxxxxx@jotmeil.com. "Alfredo, ésta es una dirección de mail..." Me miró como si le hubiera dicho que había asesinado a su madre. "¡No, querida! ¡Es una página! ¿Me vas a decir a mí?" ("Teodioteodioteodio", dije para mis adentros). "Pero, Alfredo, tiene arroba y cua--" "Buscala, querés... no me hagas perder tiempo" (¿Ah, sí? ¿Querés que la busque? La busco. Y no la voy a encontrar, imbécil). Así fue. Volví a mi oficina, me senté en la computadora, tipeé la dirección de correo electrónico para encontrar... nada. No sé por qué lo hice. Sabía que no era una fucking página web. Volví. "Nada, Alfredo. Ya le dije que es una dirección de mail". Refunfuñó y me dijo: "¡Buscá la página, entonces!" ("Quiero hacerte tragar el CPU", me dije).

Un día, como tantos otros, ordené las boletas (que se archivaban en gruesos biblioratos). A la hora, me llama. "¿Dónde está la factura de Pirulito López?" "Archivada", contesté. "Pero ¿¿Por qué la archivaste??", me gritó. "Porque eso es lo que siempre hacemos, por eso pensé que--". No pude continuar porque me refutó: "Vos no estás acá para pensar". Ahhhh nooooo. "¿Cómo que no estoy acá para pensar? ¿Me está cargando, Alfredo?" Discusión. Indignación (mucha). En ese momento decidí renunciar.

Más de una vez, sus constantes retos me hacían dudar de mi capacidad. Sin embargo, cuando anuncié que ya no iba a continuar trabajando para ellos, me pidieron, por favor, que me quedara. Se ve que gritarme y maltratarme les resultaba muy agradable...

Pretendían un mes de pre-aviso. ¡Ja! "Sabés que legalmente vos estás obligada a renunciar con un mes de anticipación, no?", me dijo su hijo. "¿Y vos sabés que legalmente yo tenía que estar en blanco y cobrar el doble de lo que me pagaban?" No quise ser jodida, pero no soportaba un segundo más ahí. Alfredo Jr. se calló la boca porque sabía que tenía razón. "Chau", saludé. No me contestó. Y yo coroné la despedida con un soberano portazo. ¡Chan chan!

lunes, 4 de junio de 2007

Teoría (para leer entre líneas)


Tengo una teoría. (¡Que se pare el mundo! ¡Una teoría revolucionaria! Ja)

El 97% de las veces que una amiga soltera quiere presentarnos a un amigo suyo, el sujeto en cuestión termina siendo un opa. ¿Cómo llego a esta conclusión? Simple: Nuestra amiga comienza a hablarnos maravillas sobre su amigo: “Ay, no sabés... tengo un amigo para presentarte... es divino, re buena persona, súper simpático...” Entonces aquí viene mi pregunta: Si el hombre en cuestión es tan maravilloso y ellas también están solteras ¿Por qué no se lo quedan?

Por supuesto, habrá excepciones. Quizás se quieran casi como hermanos y jamás puedan concebir una relación amorosa entre ellos o la típica frase “No es mi tipo”. Claro que eso puede ser verdad, pero en la mayoría de los casos es sólo una excusa. Si es tan divino, bueno, simpático, caballero, compañero, inteligente, maravilloso y adorable, entonces sería el tipo de cualquiera. ¿O acaso a nuestra amiga le gustan los imbéciles, maleducados, amargos y brutos?

Así, algunas de sus frases de propaganda a la hora de hablar de su amigo deberían traducirse de la siguiente manera:

“Es un divino...” (Es un tarado)
“Es súper cariñoso...” (Es un pesado)
“Tiene alma de artista...” (Es un chiflado)
“Es RE simpático...” (Es más feo que el cuco mismo)
“Es bueniiiísimo...” (Es un boludazo)
“Es de lo más inteligente...” (Es un nerd)
“Es una persona re centrada...” (Es aburrido)
“Es muy familiero...” (Vive colgado de las faldas de su madre castradora)

Antes de que este post llegue a su fin, reitero dos puntos importantes antes de que se me hagan los loquitos y salten como leche hervida, je

Primero, hay excepciones (que confirman la regla, of course)
Segundo, esta teoría se aplica a ambos sexos.

He dicho.

Amor inmundo

Hace un tiempo hablé sobre esto.


Pero me veo en la necesidad de escribir sobre este tema nuevamente al ver que se repite. (¿Será grave?)

Sobre mi equipo de música, descansa un alfajor Tofi triple de chocolate con fecha de vencimiento del 29 de enero de 2007. Sí, ya venció, claro.

Me lo regaló X una noche de verano (en buen estado, por supuesto). En ese momento no tenía ganas de comerlo, entonces lo guardé en mi bolsito. Así, los días fueron pasando y me olvidé de la golosina. Y, en caso de verla, me decía a mí misma: "Después lo como..."

Pero "después" se llevó a X de regreso a su nuevo hogar y, al volver a ver el Tofi triple, me dio lástima comerlo, ya que iba a ser como asesinar un recuerdo (por supuesto que es una idea estúpida, no hace falta que lo remarquen, eh)

Ahora, claro, podría deshacerme del alfajor y guardar el papel que lo envuelve... o podría conservarlo entero hasta que los gusanos se encarguen de hacerlo desaparecer.

Ya que esta es la segunda golosina pasada de fecha que me empeño en conservar, cabe preguntarme... ¿Esto es Amor? ¿O, simplemente, soy un asco?

Pedido especial: No crean que soy así de anormal siempre, sí?

sábado, 2 de junio de 2007

La loca de la botella


Hace bastante tiempo ya... no importa cuánto.
En un bar céntrico... no importa cuál.

Me encontraba con S., una chica con la cual la amistad ya estaba en plena decadencia; a decir verdad, estaba agonizando. Creo que nuestra salida a aquel bar fue algo así como un manotazo de ahogado, pero de ésos que no salvan, sino, hunden. Yo y mi cabeza dura (debería haberme dado cuenta de que una salida no iba a servir de nada luego de la inmensa cantidad de mentiras que había descubierto por parte de ella).

Llegamos tarde. Tardísimo. El mini recital de la banda que habíamos ido a ver, ya había comenzado hacía un rato. Mucha gente y poco espacio. Tendríamos que conformarnos con algún rinconcito que quedara. Varias personas se encontraban cómodamente sentadas ya que habían reservado mesas con anterioridad para cenar y disfrutar del show.

No tuvimos más remedio que cruzar frente al escenario rumbo a un rincón semi-vacío. Sin darme cuenta, terminamos en la otra punta del bar, cerca del escenario pero bloqueando la visual de un grupo de personas (de los previsores, los que sí habían reservado). Recién me percaté de esto, cuando S. Me dice:

“¡Ay! Mirá como nos miran... ¡Es que somos lindas!”

Cuando me doy vuelta y veo al grupo que nos estaba observando fijamente, pude distinguir que sus miradas no eran de admiración, precisamente, sino que reflejaban furia.

“No, tarada... Nos miran porque les estamos bloqueando la visual. Vamos a corrernos”, le digo.
“No, no nos corremos nada. Que se jodan”, me respondió.

*Uh... esta piba está cada día más pirada...*, pensé.

De modo que me corrí (sí, soy una nena educadita) y me apoyé contra una de las paredes linderas al escenario. Claro, no podía ver nada, pero el espectáculo se escuchaba de maravillas y, aunque no hubiese sido así, me tenía que joder porque ellos habían llegado temprano... y nosotras, no. A todo esto, S. seguía plantada frente al grupo que estaba sentado en la mesa.

En eso, una de las chicas que no podían ver gracias a la desubicación de S., se acerca a ella y le pide, de buena manera, que se corra. S. saltó como si la hubiesen agredido y se negó por completo. “Si no pueden ver, no es mi problema”, fue su respuesta. Me acerqué, intenté convencerla, pero no había caso. Así que regresé a mi rincón preguntándome por qué había salido con ella.

Antes de continuar, cabe aclarar que soy una chica que vive en su mundo, bastante distraída. Digo esto porque al rato, alguien de me toca el brazo. Era una de las chicas de la mesa en cuestión. Me dice:

Flaca, todo bien con vos... pero decile a tu amiga que se corra, ¡es una pelot*da!”

Uhm... a ver... S. ya no era amiga mía y , era una pelot*da... qué dilema. ¿Desplegaba toda mi indiferencia o la defendía? Opté por algo más bien intermedio: intenté calmar a la enfurecida espectadora y volví a acercarme a S. para que abandonara ese lugar que le resultaba tan molesto a los demás.

“¡Nooooo! ¿Pero quiénes se piensan que soooooon? ¡Si yo me quiero quedar parada acá, me quedo!”, empezó a vociferar.
“Vos sos una boluda. Hacé lo que quieras”, contesté. Si ella era una loca de remate, ése no era asunto mío. Tampoco iba a ponerme de rodillas, llorar y suplicarle que se corriera.

La disputa se prolongó un buen rato. S. les dedicaba miradas burlonas, del estilo “tetapoynoveslerolero” y algunas de las chicas la insultaban por lo bajo—la más osada, le gritó: “Vos sos una tilinga que se para ahí para levantarse tipos” (fue bastante suave... y bastante cierto).

Intervalo.

A partir de allí, todo explotó de un momento a otro...

S. y yo habíamos comprado una cerveza. Yo seguía contra la pared y ella seguía frente a la mesa (estaríamos, más o menos, a un metro y medio de distancia). Mientras yo, pequeña criatura distraída, tomaba y pensaba en pajaritos de colores, S. sostenía sus miradas desafiantes. Fue entonces cuando distinguí que una de las chicas furiosas hablaba amablemente (o fue lo que me pareció) con S. No parecían estar gritándose de modo que pensé “Ah, buenísimo... están arreglando el asunto”. Ingenua de mí. Mi vaso estaba vacío, así que giré para buscar la botella que había apoyado en el piso para servirme un trago más. La cerveza cayó, dorada y fresca en el vaso hasta llenarlo. Sólo unos segundos. Giré... y el caos.

¿Cómo explicarlo? Un remolino de gente golpeándose violentamente. Entre ellos, S. y la chica enfurecida, agarradas de los pelos. En un parpadeo (juro que fue un segundo), un chico de un metro noventa, calzándole un gancho aniquilador a S. Una piña fea, eh. A todo esto, yo me había quedado congelada y mis ojos deberían haber tenido el tamaño de dos lunas llenas. A mí no me gustan esos escándalos, pero tampoco podía quedarme ahí parada. Corrí a separar a S. del lío, pero la perdí pronto de vista, entre tanto alboroto. Sin embargo, me acerqué (con mi imponente (¿?) altura de un metro sesenta) al violento armatoste enfurecido y empecé a gritarle que estaba loco y no podía pegarle a una mujer... a lo cual, él me respondió:

Tu amiga está loca... ¡Le partió una botella en la cabeza a mi novia! ¡La voy a matar!”

...

“Nah... mentira”, dije yo.
“¡Sí! Fijate los vidrios

Pálida, me puse. No sabía si sacarla de allí lo antes posible o dejar que la reventaran a palos. La busqué con la mirada y la encontré escondida en un rincón, llorando, con el maquillaje corrido, el pelo enmarañado y haciéndome señas para que fuera en su auxilio.

“¿¿Le partiste una botella en la cabeza?? ¿¿Estás loca??”, le pregunté, conmocionada.
“Sí... pero andá a buscarme el bolso”, lloraba. “Por favor, Viole, y perdí los aros... ¡No! ¡Dios! ¡Se me rompió la pulsera! ¡Me quiero matar!” (“Y yo te quiero matar a vos”, pensé.)

Mientras ella fue al baño, yo fui a buscar su bolso. El grupo que estaba en la mesa, ya había desaparecido. En el camino hacia el baño, la gente me miraba y me iba devolviendo cosas de S. que habían quedado desparramadas por el lugar.

“Che, flaca, este aro es de tu amiga”
“Hey, este collarcito es de la flaca de la botella, no?”

Yo aceptaba los ítems con un “Gracias” y una sonrisa amable que escondían mis instintos asesinos para con S.

Llegué al baño cargada con su bolso, su campera y demás chucherías. S. lloraba desconsoladamente y repetía “mequieromorirmequieromorirmequieromorir”. Su remerita blanca tenía gotas de sangre ya que sus brazos (y seguramente los de su rival) estaban lastimados por las esquirlas de vidrio de la botella despedazada. Además de su labio, ya que el gancho que había recibido era cuasi digno del Roña Castro.

Lo que siguió fueron las disculpas de los dueños, regalo de entradas VIP (forever), ofrecimiento de tragos, un breve interrogatorio para identificar a los agresores (¡Ja! Si bien la otra parte también estuvo mal, ahora S. que había generado todo, aparecía como víctima...).

En fin, cuando, mínimamente, logró calmarse, salimos a buscar un taxi. El aire fresco la ayudó a sacar sus propias conclusiones sobre el incidente:

*Snif, snif* ¿Sabés por qué me pasó esto? *snif, snif*

A lo que yo empiezo a responder: “Y... porque vos te quedaste par—"

“¡¡¡Nooo!!! Me pasó esto porque... ¡Soy linda!”

Demás está decirlo, esa fue la última vez que la vi.