miércoles, 22 de agosto de 2007

Hoy: Gente que no aprende más

Tu frase de cabecera:Ésta es la última vez que me pasa” acompañada por un estruendoso “JA!” de todos tus allegados que saben, positivamente, que ésta no será la última vez...

Ejemplos:
Los reincidentes amorosos: no te cansás de volver con tu ex alegando que “ésta vez es diferente”, “después de tanto tiempo, maduramos”, “si el destino nos volvió a cruzar es porque estamos hechos el uno para el otro...” ¡¡NOOO!! Pero, ¿El fracaso anterior no te hace reaccionar? Si sabés que sus malos hábitos y tus malos hábitos no combinan... y así, por enésima vez, entre pañuelos descartables y una reciente re-re-re-re-re-ruptura te volvés a jurar: “¡No vuelvo más!” pero ¡Shhhh! Tus promesas ya no son creíbles, baby...

Los reincidentes amistosos: conociste a la amiga del primo del cuñado de tu amigo y te cayó tan bien que decidiste contarle tu autobiografía—escabrosos detalles included. “Es que me inspira taaaanta confianza...” ¡ERROR! Luego de que el primo segundo del sobrino de tu vecino Pocho, que nada tiene que ver con la amiga del primo del cuñado de tu amigo te preguntara sobre tu problema de hemorroides (que sólo le confiaste a esa traidora), te das cuenta de que deberías cerrar tu bocota y confiar en unos pocos. “¡No vuelvo a confiar en un desconocido!”, te decís. Pero tu boca es más grande que tu voluntad... sabelo.

Los reincidentes alimentarios: Comiste como si hubieses estado ayunando durante 10 días seguidos... consumiste más calorías que la Tota Santillán en Navidad y no hay manera de que el botón de tu jean se acerque al ojal. Sabés que un simple Alikal no va a calmar la indigestión causada por todo lo que tragaste a destajo. En medio de un malestar insoportable y una panza digna de Blanca Curi antes del cinturón gástrico, realizás el más solemne de los juramentos ante las 4 cajas vacías de pizza “¡No como más así!” Tsk tsk. Eso no se dice... sabés que tu palabra se va a ir con el viento ante la primer milanesa a caballo que te pongan enfrente...

Los reincidentes alcohólicos: Típico. Fin de semana. Amigos. Reunión pre-salida para entrar en clima. Cerveza. Gancia. Fernet. Bar. Screwdriver. Tía María. Vino espumante... Visión nublada. Descompostura. Pasos tambaleantes. Náuseas. Vuelta a casa en un semi-desmayo. Todo da vueltas en la cama. Cabeza que explota y late. “¡No tomo más!” Dejame decirte: “Jaaaaaaaaaaa”. Me río de tu ingenuidad.

Estos son sólo unos ejemplos... ¿Tienen más? Porque, de hecho, todos somos malos aprendices en algún aspecto... al menos, yo lo soy.

sábado, 18 de agosto de 2007

Just say NO



Hoy le quiero decir NO a aquellos que:

* se creen el centro del mundo.

* alardean, precisamente, de lo que carecen.

* piden perdón por deporte.

* se ofenden sin motivo aparente.

* no tienen los huevos/ovarios de hacerse cargo de las cosas.

* mienten descaradamente.

* no se alegran por el éxito del prójimo.

* juzgan al otro diciendo “yo jamás hice ni haré tal o cual cosa

Estoy erradicándolos de mi vida. Ya no quiero seguir malgastando mi energía en ustedes. Ni siquiera voy a dedicarles mi odio, ni mi lástima. La mejor arma para erradicar a estos seres desalmados, es la indiferencia.
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Luego de esta catarsis, volveremos al estilo habitual de LME (perdón por las reiteradas ausencias... el tiempo es tirano, amigos!)

miércoles, 1 de agosto de 2007

To choose or not to choose


De vuelta en mi casita virtual, les agradezco por la paciencia con la que siguieron visitando mi blog y comentando a pesar de mi ausencia.

Una vez dicho esto, les comento que durante mi estadía en las sierras, la pasé de maravillas. Mi viaje fue muchísimo más productivo de lo que yo misma esperaba. No sólo me animé a tomar decisiones importantes para mí, sino que aproveché mi tiempo libre para replantearme muchas cosas.

Los que siguen frecuentemente LME sabrán que comencé este blog en momentos realmente tormentosos. Luego de eso, tuve altibajos, pero volví a salir adelante. Sin embargo, la felicidad se constituye sólo de momentos y nunca estamos exentos de los problemas. Sin embargo, esta vez decidí considerar (o tratar de considerar, al menos) las cosas desde otro punto de vista. Veamos...

Cuando estoy atrapada en una mala racha, suelo preguntarme “¿Por qué me pasa esto?” o si alguien me lastima, me digo “¿Cómo me pudo decepcionar así?” No obstante, me di cuenta de algo que seguramente la mayoría de ustedes sepa, pero yo no fui consciente de ello hasta hace muy poco. Si algo me pasa, en el 99% de los casos, se deberá a mis propias elecciones. Por supuesto que aquí, no me estoy refiriendo a una enfermedad o a un accidente, casos en los que uno puede hacer muy poco para evitarlos.

Durante la mayor parte de mi vida no fui consciente de que, incluso al NO elegir estaba eligiendo. Inclusive en aquellos casos en los que creía que no tenía la libertad de hacerlo. Por ejemplo, cuando iba a la facultad, iba porque, en teoría, “tenía que” hacerlo. Sin embargo, yo no sospechaba que una mañana podía levantarme y decir: NO. NO VOY MÁS. Era más sencillo verlo como una obligación a aceptar el hecho de que yo estaba eligiendo seguir yendo. Yo podía decidir abandonar la carrera y hacerme responsable de lo que hubiese acarreado esa decisión. Porque, claro, al ver las cosas como una obligación, uno “zafa” de la responsabilidad que eso conlleva.

Por ejemplo, un hombre que ha sido engañado, decide perdonar a su mujer y volver con ella. Al tiempo, la mujer vuelve a engañarlo. Entonces, él dice: “¿Pero cómo pudo hacerme esto a mí? ¡La relación ha vuelto a romperse por su culpa!” Pst. Qué estupidez. La responsabilidad habrá sido de ambos. De la mujer infiel por haber vuelto a engañar a quien la amaba y del hombre en cuestión por haber elegido a esa mujer una vez más. Al elegir (o no elegir) cada uno de nosotros asume los riesgos que ello implica.

Si alguien permanece en un trabajo que no lo conforma, es por elección propia. Por supuesto, las necesidades jugarán un papel primordial. Pero, él es quien está eligiendo eso.

Lo principal respecto a todo esto es que, desde que tomé conciencia de este hecho, me siento con la capacidad de ir modificando (al menos, gradualmente) todas aquellas cosas que me molestan, que me lastiman.

Todo puede cambiar... y, de hecho, todo cambia. Cambia lo que uno desearía que jamás cambiase y cambia lo que uno quiere que cambie. Y también cambia lo que uno cree que jamás va a cambiar. La mayor parte de las veces, esos cambios dependen exclusivamente de nosotros... pero no nos damos cuenta. Otras veces, ese cambio se da a causa de la decisión de otra persona. Así, el amor se extingue. La amistad se termina. El trabajo se derrumba o se afianza. La paz se vuelve caos y el caos se vuelve paz. Y, si bien a veces duele... también, en otras ocasiones, puede traer mucha felicidad. Nada es estático. Todo se renueva constantemente. ¡Menos mal! ¿Se imaginan lo aburrido que sería todo?
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Antes de terminar, les cuento algo: durante estos días también estuve pensando en cerrar mi blog. Creo que por cuestiones de SBFI... no lo sé. Sin embargo, me puse a pensar en los momentos de alegría que ustedes me han brindado y decidí exprimirme el cerebro un poco más y ver qué sale. No quiero dejarme ganar por mi inconstancia, así que volví sobre mis pasos y, por el momento, he elegido que haya LME pa’ rato.

No sé bien por qué estoy escribiendo esto... quizás, simplemente, por elijo hacerlo. Y ustedes habrán elegido leerlo o no. Y algunos elegirán comentar o no... y eso es muy bueno.