Culposa pero independiente.
Cada vez que digo "¿Quién me mandó a hacer esto?" después de meter la pata, tengo la secreta (y vana) esperanza de que alguien salte y me diga:
¡Yo!
Y así, deshacerme de responsabilidades. Pero luego, lo pienso mejor y me digo que prefiero hacerme cargo a ser una dominada.
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