Hoy: Gente que no baila
Parecen estatuas vivientes... pero ¡no! Puede tratarse de una persona interesante, inteligente, sexy, maravillosa... pero empieza la música y ¡zas! muestra la hilacha. Sin embargo, no hay que meter a todos en la misma bolsa... cada uno tiene sus motivos pa’ no milonguear.
Al que no le gusta bailar
Así de simple. Lo ve como algo aburrido, absurdo y ridículo. No comprende cómo alguien puede divertirse meneándose en la pista al ritmo de canciones como “El Bombón Asesino” o “El Beso del Osito”. Prefiere quedarse sentados charlando con alguien que comparta su rechazo por el baile o algún otro perteneciente a los puntos subsiguientes. Es aquel que suele calificarse de “amargo” por todos sus amigos bailanteros. Él responde encogiendo los hombros e, inclusive, con algún gesto obsceno.
El que no sabe bailar
Se acompleja y se queda parado a un costado de la pista, tomando un trago o conversando con algún otro pata dura. Sin embargo, se le van los ojos hacia los que se atreven a revolear las cachas y dudan “¿Y si me mando...? Nah... mejor no. Voy a pasar un papelón”. Entonces, deciden quedarse en un rincón. Los más osados se animan a ir caminando (lo más rítmicamente posible) hasta la barra meneando la cabecita y moviendo, apenas, los hombros. Pero una vez allí, se abalanzan sobre la primer banqueta disponible.
El que no puede bailar
Un ejemplo muy común es el borracho... pero no el borrachín alegre, eh. Si no, aquel que no puede mantenerse en pie... y si no puede mantenerse en pie, mucho menos podrá bailar. Después, está el que se esguinzó jugando al fóbal o la deprimida que está bien físicamente pero su bajo estado de ánimo le impide mover un músculo.
Finalmente, existe una categoría que sí, baila, pero pareciera que no:
El que no sabe bailar... pero baila
En este caso, ellos, supuestamente, bailan; pero si se los observa detenidamente, una se pregunta si en realidad lo están haciendo. Se los ve contorsionarse grotescamente sin seguir el ritmo. Así, un bals puede llegar a bailarse como una chacarera y un rock and roll, como una cumbia. Otros son una suerte de Robocop oxidado con carita de “Julio-Bocca-un-poroto-al-lado-mío” porque, lo mejor que tienen es la actitud. Si bien tienen dos pies izquierdos, los pibes le ponen toda la onda. A veces, creen ser los reyes de la dancefloor debido a la gran cantidad de miradas que reciben. Pero no, chicos... no los miran por eso.
Al que no le gusta bailar
Así de simple. Lo ve como algo aburrido, absurdo y ridículo. No comprende cómo alguien puede divertirse meneándose en la pista al ritmo de canciones como “El Bombón Asesino” o “El Beso del Osito”. Prefiere quedarse sentados charlando con alguien que comparta su rechazo por el baile o algún otro perteneciente a los puntos subsiguientes. Es aquel que suele calificarse de “amargo” por todos sus amigos bailanteros. Él responde encogiendo los hombros e, inclusive, con algún gesto obsceno.
El que no sabe bailar
Se acompleja y se queda parado a un costado de la pista, tomando un trago o conversando con algún otro pata dura. Sin embargo, se le van los ojos hacia los que se atreven a revolear las cachas y dudan “¿Y si me mando...? Nah... mejor no. Voy a pasar un papelón”. Entonces, deciden quedarse en un rincón. Los más osados se animan a ir caminando (lo más rítmicamente posible) hasta la barra meneando la cabecita y moviendo, apenas, los hombros. Pero una vez allí, se abalanzan sobre la primer banqueta disponible.
El que no puede bailar
Un ejemplo muy común es el borracho... pero no el borrachín alegre, eh. Si no, aquel que no puede mantenerse en pie... y si no puede mantenerse en pie, mucho menos podrá bailar. Después, está el que se esguinzó jugando al fóbal o la deprimida que está bien físicamente pero su bajo estado de ánimo le impide mover un músculo.
Finalmente, existe una categoría que sí, baila, pero pareciera que no:
El que no sabe bailar... pero baila
En este caso, ellos, supuestamente, bailan; pero si se los observa detenidamente, una se pregunta si en realidad lo están haciendo. Se los ve contorsionarse grotescamente sin seguir el ritmo. Así, un bals puede llegar a bailarse como una chacarera y un rock and roll, como una cumbia. Otros son una suerte de Robocop oxidado con carita de “Julio-Bocca-un-poroto-al-lado-mío” porque, lo mejor que tienen es la actitud. Si bien tienen dos pies izquierdos, los pibes le ponen toda la onda. A veces, creen ser los reyes de la dancefloor debido a la gran cantidad de miradas que reciben. Pero no, chicos... no los miran por eso.
¡¡Caaaaaaaaambiame la música!!
Update: Para ilustrar esto, no se pierdan este post de my dear Pumplafiz! y cuando lo vean, no se oviden de hacer clic en el link... si no, no tiene gracia, eh (de paso, los que no conocen el blog de la Princesa Bacana... chusmeen que está muy bueno)
15 comentarios:
Yo no bailo por las razones 1, 2 y 3, todas juntas.
Sobre la razón 4: Imperdible el episodio de Seinfeld donde Elaine baila. Sí, ese fue el comentario ñoño de la noche :P
yo prefiero no bailar a bailar mal.
jamás aprendí los pasos de la marcha.Nunca pude golpear talón con talón.
Saludos
Yo no bailo por 2 razones:
1- La pierna derecha
2- La pierna izquierza
/lea.
Uh! no sabés lo que te postié!!! Una perlita que te ilustra "El que no sabe bailar... pero baila"...
Deg: Creo que no lo vi, ufa. Al que recuerdo bailar es a Chandler Bing.
Crono: Odio bailar marcha. Cuando era adolescente, me enganchaba... no entiendo por qué...
Lea: Sólo esto -> jajaja
Pumpla: ¡Ah bueh! ¡Ilustra el post perfectamente! Sin querer, conformamos un equipo bárbaro con esto! Ahora te linkeo el post, amiga bloggera.
Besos!
yo no soy una bailarina, pero cuando se arma el dancing, no paro.
Es más, en los casamientos, tiro los zapatos, me quedo bailando en patas y mevoy cuando los novios se van (siempre y cuando el casamiento no sea un embole, claro...)
La Memoria...: ¡Ah, pero sos de las mías! ¡Muy bien!
Lo bueno de la música es que tiene el cuarteto y la cumbia, que si uno mueve un poco las patas "algo" baila. Ahora, de otra cosa ni hablemos,prefiero quedarme a un lado viendo a los felices bailarines. Besos!
Lady: es como dije en el post... muchas veces, sólo se trata de una cuestión de actitud.
Besos!
Yo pasé por varios estados: no bailar porque no sé, no bailar porque me da vergüenza y hoy en día voy al boliche y yooo le bailo toda la noche.
Será la edad?
Flor: Bailelé, nomá'. Respecto a la edad... depende. Puede ser la edad, aunque si te fijás en casamientos y fiestas de quince vas a ver que los viejitos le sacan buen lustre a la pista también.
a mi me encanta bailar!
no se si lo hago bien o no , pero no me importa, me muevo a ritmo y fue!
Creo que una buena actitud es lo importante, la destresa es lo de menos! je je je
besosssssss
SIRE
¡Así se habla Sire!
Besos
A mí me encanta bailar y en especial con mi marido que tiene los pies bien puestos y un ritmo de envidia. Yo bailo con mis amigos, mis amigas, mi hijo, con todo el que se lanze al dancefloor...Pero si un día me encuentro al TUQUI, lo pensaria 100 veces. Porque ahí uno que hace. Le dice: ¿Dance?...I don´t understand. Please, do you know where is the bathroom?. Juraría que el Tuqui de bondadoso harto y nos lleva al baño. Ya ahí pasamos toda la noche y que el barman no lleve el martini adentro. Porque el TUQUI tiene una pinta de intenso e insistente que mejor evitar.
¡jajajaja! El tuqui es todo un personaje. Si querés ser el centro de las miradas, dance with him. Aunque... creo que optaría por el Martini en el baño...
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