sábado, 31 de marzo de 2007

Por las noches la Soledad desespera

Soledad se reía mucho... con violencia. Enseguida te amaba y te decía "tío", "papito" o "bebé", fueses hombre o mujer.

Le dabas mano y se tomaba hasta el codo en sólo un par de minutos y se hacía la santa. Se horrorizaba después de mandarse alguna y juraba y perjuraba que NUNCA ANTES había hecho algo así. "Tenés que creerme", rogaba. Y yo le creía, porque tampoco era quién para juzgar.

Era de esas minas que se calentaban con los tipos de las otras--si eran conocidas o amigas, mucho mejor. Mentía e inventaba. Decía que los cuchillos desaparecían misteriosamente de su lujoso dúplex (que, según me enteré después, le bancaba su ex-jefe).

Pero ahora el gato trepó más alto y es amante de reconocido DT de un equipo de fóbal de 1º divisón.

Admito que muchas de las noches más divertidas de mi vida, las pasé bareando con Soledad. Pero es una mina jodida, una zorra que no recomiendo. Y si te encontrás con ella, contá los cuchillos que le quedan en el cajón de la cocina de su lujoso dúplex... y si la próxima vez que los contás, le falta uno, tené CUIDADO. Es el que tiene preparado para clavarte en la espalda.

2 comentarios:

betty dijo...

Soledad se parece a una ex amiga....todo lo de ella era lo mejor, y para los demás...miseria.
Sus novios eran más importantes, tenían más plata, sus vacaciones eran las más divertidas, los lugares que ella elegía justo eran los más pintorescos...en realidad, todos sentíamos pena por ella, era muy infeliz, y no disfrutaba de nada por estar midiéndose todo el tiempo con los demás

Violeta Lapislazuli dijo...

Una de las palabras que usaste, es la mejor para definir a este tipo de gente: infeliz. Que les sea leve.