La insoportable levedad del Ser®
No me gusta el yoghurt. No hay vuelta que darle. Apenas tolero el sabor durazno. Pero no hay caso. Me cuesta mucho tomarlo.
Sin embargo, hay que alimentarse sanito, de modo que, el otro día hice de tripas corazón y me compré un sachet.
Durante un par de días, quedó en la puerta de la heladera. Lo miraba de reojo, con una mezcla de satisfacción y culpa. Pobrecito, el youghurtcito... me miraba como diciendo "Daaaale... tomame!" Y yo, me hacía la tonta y manoteaba la jarra de agua, o el paquete de fiambre.
Un buen día, abrí la heladera, sigilosamente me acerqué al yoghurt y con un gesto de desgano, me dispuse a abrir el sachet. En eso, veo la fecha de vencimiento: Lo había comprado ya vencido.
Ahí me di cuenta de mi auto-boicot: supongo que inconscientemente no me fijé en la fecha de vencimiento con la esperanza de que estuviese pasado de fecha y así, zafar de tomarlo. De ese modo, me siento satisfecha de haber tenido la intención, al menos, de haber tomado yoghurt y mitigué la culpa de nunca hacerlo.
Quizás, este tema del auto-boicot sea una complicada y absurda teoría inventada... pero me gusta más en comparación con la otra, la más probable: que soy una boluda que no se fijó cuándo vencía el maldito Ser®.
2 comentarios:
Hola Vioeta. egrese porque cuando antes habia estado de visita esta ventana no me funcciono y por eso te mando un e-mail y mientras vi que tienes 2 post mas.
Abrazos
Jaimie
Una alegría que estés de regreso, Jaimie. Leí tu e-mail y lo respondí. :) Saludos!
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