La gota que colmó el vaso
Estaba sentada frente a la computadora poniéndome un poco al día con el mundo internauta. En eso, siento que algo salpicó mi cara. Estaba tan concentrada en la pantalla, que pasó prácticamente desapercibido.
Al ratito (no sabría precisar cuánto tiempo después), una gota aún mayor volvió a salpicarme. Pensé en cualquier asquerosidad (algo así como un bicho que me estaba haciendo pis encima, o algo por el estilo). Pero, no.
Miré al techo y justo en la esquinita, una brillante gotera relucía. Orgullosa, desafiante: "Dale... a ver, sacame si sos macha."
Ahora no puedo evitar levantar la vista cada dos segundos para volver a ver a la cretina gotera. Me parece escuchar estruendosos caudales de agua que caen descontroladamente desde el techo.
Puse un triste pañuelito sobre el rincón del escritorio donde van a parar las gotas. En cinco minutos, se me empapó. Ahora opté por colocar una bolsa de consorcio para proteger ese rincón, al menos, hasta que vuelva a casa y pueda ocuparme de la desgraciada.
Una enemiga en mi propio hogar: la gotera (Creo que hubiese preferido que un bicho me haya hecho pis encima, después de todo).
Una enemiga en mi propio hogar: la gotera (Creo que hubiese preferido que un bicho me haya hecho pis encima, después de todo).
Este mensaje es para vos, gotera inmunda, sé que me estás leyendo desde tu rincón mojado:
No podrás contra mí. ¡¡¡¡NO PODRÁS!!!!
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