jueves, 5 de abril de 2007

Coqueterías

Ayer me puse un par de aros que me encanta... de esos hippones, que cuelgan, grandotes. Me miré al espejo y me dije "Estos aros son lo más" y salí feliz de mi casa.

Al rato, empecé a sentir una sensación molesta... como si dos moscas (una desde la derecha y otra desde la izquierda) estuviesen rozando insistentemente mi cuellito. No zumbaban, pero cosquilleaban y cosquilleaban y cuánto más rápido caminaba, más molestos se volvían.

No pude más que sacármelos. Con un gesto de decepción en mi rostro, los vi deslizarse hacia el interior de mi bolso... Pero la despedida era demasiado dura, no podía dejarlos irse así. De modo que, velozmente, los recuperé del fondo de mi cartera, y volví a ponérmelos.

Molesta pero coqueta. Un toque de femeneidad nunca viene mal.

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