viernes, 30 de marzo de 2007

Vivir con sol


No quería escribir sobre la lluvia. Me parecía un tema poco interesante y monótono; sin embargo, medité y me dije: ¿qué le hace una mancha más al tigre? Y, aquí estoy, uniéndome al club de los llovidos, sin luz natural, con vidrios mojados, y piel de gallina.

Tengo mix-feelings acerca de la lluvia. En general, me angustia, me deprime, me aburre... Sobre todo, los domingos. Porque todos parecen estar lejos. Todos parecen ser más felices que yo.

Cada vez que tengo que salir un día de lluvia, me quejo. Mucho. Me digo “Qué mala suerte la mía, tener que salir con este día”. Y preparo el bolsito con desgano, me cambio sin mucha gala porque sé que voy a mojarme (no uso paraguas) y largo al aire un suspiro de “uf” mientras meto la llave en la cerradura y salgo. Sin embargo, si, por ejemplo, mi destino es el centro, entonces todo cambia. El día sigue siendo gris y empañado, pero yo me siento parte del mundo. Y camino. Y miro a la gente que pasa, que camina apresurada protegida por sus paraguas, que corre, que entrecierra los ojos pinchados por el agua... y sonrío. Comparto algún techo con vecinos pasajeros y la misma espera.


Me gusta ver que la gente viva como si siempre hubiese sol.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisima la lluvia,como buenisimos los dias de sol,aun que nunca falta esa baldosa floja que salpica justo donde estamos secos,esos que con paraguas van por la costita donde llueve menos,y los que temen que el agua los derrira caminado fragiles y torpes,como sea hay pocas cosas como disfrutar de las cosas que son naturales...I lOve The Rain !


. • ` § Î x X ´ • _ • The Idiots are Winning? o_O • ★

Violeta Lapislazuli dijo...

La gran Ying-Yang: Todo lo malo tiene algo bueno, y todo lo bueno tiene algo malo.

Las baldosas flojas y loa charcos son una mala combinación, definitivamente.