jueves, 29 de marzo de 2007

Esquivando el kiosco

Ayer iba caminando a ver a mi psi. Veo que me aproximo a un kiosco:

"Ah, un kiosco, joya... así me compro mentitas..."

Al segundo, recuerdo que ya he comprado allí antes:

"Uy, ¡No! Ahí son unos chorros... te las cobran como 0,70 centavos... ni loca."

Media cuadra más adelante, se me ocurre encender un pucho. Primero, busco el encendedor en el bolso. No lo encuentro. Desespero. No me puede estar pasando esto:

"¡No te puedo creerrrrr! Qué imbécil... no traje el encendedor!!!!! Uf... ahora me voy a tener que comprar otro... o, mejor, fósforos, son más baratos... nah, mejor pido fuego..."

Cuando encuentro los cigarrillos, respiro aliviada. El mundo tiene otro color. Adentro del paquete, está mi encendedor, reluciente... el plástico transparente se ve brillar y sonrío.

Qué bueno que sólo me preocupo por cosas importantes en la vida.

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